¿Puede la confesión liberar al culpable de su falta? ¿La institución judicial está capacitada para provocar dicha confesión? Lejos de ser el simple decorado de un drama moral, religioso o metafísico, la justicia constituye, en Dostoievski, la escena donde la falta se dice. En la articulación de dos planos, uno terrestre, el otro espiritual, ella es la guardiana del orden social, pero no por ello deja de abrir la perspectiva de un horizonte infinito: el de la redención. Esta doble dimensión explica sus contradicciones. Salvar al hombre: este ideal es peligroso, empuja a la institución a dictar las confesiones, a dirigir las conciencias y a ejercer la represión sin límites. Dostoievski lo experimentó en carne propia, él que fue condenado a muerte a los 28 años por ?liberalismo? y perdonado ante el poste de ejecución, para ser condenado finalmente a cuatro años de prisión. Sin embargo, aun si es perversa, aun si es insuficiente, la justicia sigue siendo un pasaje obligado para la conciencia culpable. ¿En qué otro lugar la falta podría ser confesada ante el mundo? Brigitte Breen es profesora adjunta de filosofía.