La recepción de la obra del filósofo del derecho y jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985) confrontó a la escena francesa de las ideas con la cuestión de la traición del intelectual. El compromiso de Schmitt con el régimen nacionalsocialista y su fidelidad a un antisemitismo virulento arrojaron un hondo descrédito sobre la legitimidad científica de una obra caracterizada por la afirmación de la autonomía de lo político y portadora de la huella de una fuerte nostalgia de la prioridad ?existencial? del Estado soberano. A pesar del agobio que puede apoderarse a veces de su lector, este teórico de la decisión y de la soberanía, detractor del Estado de derecho y del constitucionalismo liberal, es hoy considerado como un clásico del pensamiento contemporáneo, convocado para comprender la era pos-estatal de lo político o para exponer a la luz del día los males que padecen las democracias liberales. La presentación de sus tesis esenciales (la enemistad como verdad de lo político, la naturaleza humana caracterizada por la disposición al conflicto, la designación de un enemigo como identidad del Estado, la percepción del derecho como ?unidad de orden y de localización? participa de la voluntad de tomar en serio la obra schmittiana? para combatirla con mejores armas.