?El Leviatán es un libro monstruoso, como su mismo título lo indica?. Esta frase de Leibniz estigmatiza, por sí sola, la demonización que empaña la obra política de Hobbes. Sin embargo, bien leída, no hay en ella otra ambición que señalarles a los hombres los medios para vivir en paz. Observador atento de los acontecimientos que marcaron su época ?particularmente la guerra civil que desgarró a Inglaterra entre 1640 y 1650?, Hobbes se erigió en el adalid de un poder político fuerte y absoluto. Esta lectura puede fundarse en la insistencia con la que el autor enfatiza la necesidad de no impugnar el poder y la autoridad del soberano. Descuida no obstante un aspecto fundamental de la teoría hobbesiana del Estado, que no puede ser comprendida sino a condición de resituarla en el contexto de una sociedad traumatizada por las deficiencias de lo político. Si es posible reprochar a Hobbes el haber insistido demasiado en las inconveniencias de un poder demasiado débil ?lo que lo llevó a pasar por alto los peligros que potencialmente representan los abusos de un poder tiránico?, no hay nada en cambio en sus escritos, y particularmente en el Leviatán, que permita presentar a Hobbes como el pensador del totalitarismo. Norbert Campagna nos invita a una lectura exegética de los textos del célebre filósofo inglés a fin de disipar el malentendido que nos impide aproximarnos a la verdadera dimensión de su obra.